lunes, 14 de febrero de 2011

"Bienvenida a los libros"

La industria editorial de cualquier país se aprende a través de la lectura y la práctica, dos ejercicios que responden a las necesidades e intereses de los lectores. “Se puede afirmar sencillamente que la educación es una inversión básica para el desarrollo económico, y que los libros son las mejores herramientas de educación[1]”. A su vez, es preocupante cuando la Web 2.0 arriba al campo educativo, muchas veces  sin que tengamos muy claro cuáles podrían llegar a constituir sus aterrizajes curriculares (si estamos en educación formal).
            De igual manera, su aplicación valiosa en grupos de aprendizaje no formales, va más allá  de sus interesantes rasgos característicos  de creación y expresión colectiva, lo que sería recomendable conocer para propiciar aplicaciones de justa y responsable  base y decisión socio-pedagógicas. Asimismo, pensamos que es lícito sostener que los rasgos  de la Web 2.0 contribuyen a la horizontalidad comunicativa y a la expresión creadora, que engrosan lo que ya Levy  llamó la “inteligencia colectiva”. Ésta se posibilita por  la gestión y  uso de base de datos, la capitalización de las experiencias de los usuarios presentadas en dispositivos ilimitados  con  software de uso simplificado, dentro del marco telemático e interactivo de Internet.
El proceso que se lleva a cabo para imprimir y editar un libro requiere del esfuerzo de un gran equipo, quien lo hará llegar al lector. Los cuatro elementos indispensables para crear una industria cultural son: el autor, el impresor, el vendedor y el editor. El primero al encargarse de crear o formular las ideas que se le comunican, ya sean palabras, fotos, graficas, tablas, etcétera tiene como función llevar  a cabo las ventas, -o alquilarlo o asignarlo.
            Cabe destacar que se deben respetar los derechos de autor, “en caso de que esto suceda, la editorial que publica la obra de un autor sin autorización y sin pagarles regalías u honorarios se convierte en ladrona y pirata[2]”, la cual es ignorada en los países en vías de desarrollo. Es así, como el dinero es indispensable para los autores, quienes tienen el derecho de exigir que la relación que sostiene con una cada editorial sea honesta y justa.
            Mientras tanto, el impresor es el fabricante del libro. Juan Carlos Rangel menciona que es quien:

recibe del editor el manuscrito, hace la composición tipográfica, encuadra la edición y lo devuelve impreso al editor. Bajo circunstancias normales el impresor casi nunca juega un papel determinante en la toma de decisiones acerca del contenido del libro, sólo le corresponde realizarlo según las especificaciones del editor y recibir el pago correspondiente. No arriesga en un proyecto de libro. Por supuesto, corre los riesgos que implica establecerse sin contar con un mercado seguro, pero los ingresos que le genera la impresión de cualquier tipo de libro se garantiza mediante un contrato con el editor, no depende –como es el caso del editor y del autor– de las ventas de la obra[3].
            Todo depende de una cadena, ya que si el editor es lo suficientemente hábil para garantizar el pago, el impresor, por consecuente, obtendrá ganancias, las cuales son negadas al autor y editor. “La calidad en la impresión, el suministro del papel apropiado, un riguroso seguimiento del proceso, el cuidado en la revisión de pruebas y la calendarización de operaciones, son factores determinantes que afectan la eficacia con que el autor desea comunicar sus ideas al lector”.
            También, el editor puede maquillar los costos de producción, es decir, la corrección ortotipográfica y la corrección de pruebas al autor, al igual que el contacto permanente con el autor durante el proceso de edición del libro. Debido a que pocos autores conocen los problemas que implica la impresión y que los impresores no cuentan con otro personal que no sean sus operarios, las relaciones entre editor e impresor resultan generalmente insatisfactorias si el editor no se involucra en el proceso. Otras de sus características es que ocupa un lugar central en relación con los demás elementos.
            Por último, el vendedor de libros es quien recibe los libros de forma directa e indirecta del editor. Este hecho permite que puedan ser comprados a un menor precio al que tiene que pagar el cliente de una librería o de alguna otra forma. Una clave para la venta es la disponibilidad de ellos para su venta. “Ni el editor ni el público deben perder de vista la gran aportación que hace la librería convencional, que mantiene un amplio surtido de libros sobre todos los temas y procedente de diversos editores”.
 Es por esto que la información no puede constituirse como principio estructurante de los intercambios de una economía en el ciberespacio, ya que tomando la definición clásica, la Economía se postula como la ciencia que estudia la producción e intercambio de bienes escasos. Cabe señalar que la relación de países tecnológicos aumentan su desarrollo, sin embargo, a final de cuentas terminan destruyendo a las más débiles. Como señala Castells, a largo plazo es la fuente de la riqueza de las naciones, por lo que la tecno logia es el principal trabajo de la productividad.
            Las tecnologías de la globalización postindustrial cambian el sentido de la nueva migración. El mundo no se divide entre ricos y pobres sino entre quienes están informados y quienes han quedado fuera de la edad de las conexiones.
Bibliografía
Datus Smith: “1. Estrategias y objetivos generales” y “2. Socios en el mundo de los libros”, en Guía para la publicación de libros, UdeG/ASEDIES-México, 1991.




[1] Datus Smith: “1. Estrategias y objetivos generales” y “2. Socios en el mundo de los libros”, en Guía para la publicación de libros, p.4.
[2] Ibíd., p.7
[3] Ibíd., p. 9.

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