domingo, 13 de febrero de 2011

“De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición”. De Daniel Cassany


            
Daniel Cassany

Dentro de la evolución humana se han presentado un sinfín de transformaciones que le han permitido al individuo llegar al grado de socialización actual, como la aparición de la escritura o la revolución industrial materializada en la imprenta, los cuales se convirtieron en momentos representativos del devenir histórico. A partir de lo anterior, un ejemplo es la convergencia digital, la cual permite acceder a distintos medios y tecnologías a través de un único aparato. Aunque, cómo ha sido esto posible. Una respuesta nos la proporciona Jorge Martínez Peniche:

              Un sistema digital, es aquel que utiliza valores discretos que representan números u otros símbolos no numéricos como son las letras para manejar datos procedentes de muy diversas fuentes. Así, la palabra digital proviene de la palabra latina dígito, que quiere decir dedo, pues se cuenta con los dedos. En computación y electrónica, la palabra digital se utiliza especialmente cuando las señales se convierten a un sistema binario, es decir de dos valores, por ejemplo: cero y uno, o prendido y apagado, o blanco y negro.
                   Un sistema digital se entiende en contraposición con un sistema analógico que utiliza un espectro continuo de valores. Entonces, la diferencia fundamental entre un sistema analógico y uno digital es que el primero utiliza valores continuos para el procesamiento de los datos, mientras que el segundo utiliza valores discretos.[1]

            Es así, como los sistemas digitales es un fenómeno que hace uso de sonidos, imágenes estáticas y dinámicas, textos, etcétera.  “Un nuevo sistema de comunicación, que cada vez habla más de un lenguaje digital universal, está integrando globalmente la producción y distribución de palabras, sonidos e imágenes de nuestra cultura y acomodándolas a los gustos de las identidades y temperamentos de los individuos”[2].
            Daniel Cassany nos presenta en su artículo “De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición” que en el entorno analógico, tres ámbitos (pragmático, discursivo y del proceso de composición), son primordiales para hacer una diferencia con el entorno digital, en el cual el campo no es tan definido como en el primero. Mientras que los interlocutores digitales tienen ciertas ventajas para comunicarse como un bajo costo, un mundo virtual y ubicuo, interacción simultánea y canales audiovisuales, los usuarios de lo analógico se estandarizan en los precios altos, linealidad, acceso ilimitado y canales visuales.
            Con lo anterior, se demuestra que todos los elementos cambian la realidad y el contexto histórico. No por nada, Cassany menciona que “el hipertexto genera cambios relevantes en el procesamiento verbal”. Precisamente, dentro de este proceso de comunicación, las faltas de ortografía, la sintaxis, la redacción, el uso de sinónimos y antónimos se dejan en manos de un procesador de textos, el cual no puede realizar la mayoría de las acciones anteriores. “El advenimiento del entorno digital en el uso de la escritura está cambiando de manera profunda las prácticas comunicativas en los planos pragmático, discursivo y procesual[3]”.  
            Desde comienzos del nuevo siglo la Web se ha convertido en un lugar de conversación. Además del sentido de apropiación y pertenencia de los usuarios frente a Internet, la Red se consolida como espacio para formar relaciones, comunidades y otros sistemas sociales donde rigen normas similares a las del mundo real, en que la participación está motivada por la reputación, tal como ocurre en la sociedad. Second Life, al ser gratuita y  de uso fácil, ofrece un espacio virtual para escribir y compartir contenidos multimedia con personas de intereses similares y que contribuyen a fortalecer aquellas páginas virtuales.
             La nueva sociedad digital es a la vez un territorio de desarrollo económico y el centro de una gran red integrada de las principales tecnologías de la comunicación. La emigración hacia los países desarrollados es también la entrada al mundo de las redes y de la nueva cultura de los medios basada en la comercialización de la comunicación. En estos países, la comunicación electrónica se ha hecho indispensable para la creación de nuevas comunidades y espacios sociales.
             En la era de la comunicación global nace una nueva raza de trashumante comunicativa. Se trata de un migrante de la red, en parte un nuevo viajero por el ciberespacio y también un nuevo contingente de habitantes de la red. Es así,  como en el aula las comunidades discursivas, usos analógicos, destrezas manuales y técnicas y las computadoras, aunadas a la gramática conllevan a un entorno digital más comprometedor en el ámbito educativo.   
            El desarrollo de la tecnología de la información no es particularmente de una revolución. Lo que frecuentemente se cita como revolución en la comunicación es tan revolucionario como la aparición de un nuevo detergente. La aparición de las nuevas tecnologías, junto con la internacionalización de los mercados ha provocado una serie de migraciones que afectan a distintos ámbitos como el imaginario tecnológico.
         
Bibliografía
Cassany, Daniel, “De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición”, en Revista Latinoamericana de Lectura, año 21, junio de 2000, núm. 2, 11 p.
Castells, Manuel, "La era de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad red". Vol. 1, Siglo XXI, 7a edición, México, 2006, 590 pp.
Martínez Peniche, Jorge Rafael, "La convergencia dígital". Véase en: http://eae.ilce.edu.mx/convergencia_digital.html
__________________
[1] Jorge Rafael  Martínez Peniche, "La convergencia digital". Véase en:  http://eae.ilce.edu.mx/convergencia_digital.htm
[2] Manuel, Castells, “La era de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad red”, p.28.
[3] Cassany, Daniel, “De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición” en Revista latinoamericana de lectura, p. 8.

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