La humanidad ha pasado por un sin fin de transformaciones y procesos evolutivos que le han permitido al hombre llegar al grado de socialización actual, es decir, en la historia humana existieron momentos, -como la aparición de la escritura o la revolución industrial ejemplificada en el dominio de la imprenta-, que se han convertido en instantes emblemáticos del devenir histórico. Así, los procesos a través de los cuales la sociedad se ha desarrollado pueden identificarse como momentos cumbre del intelecto.
Se puede hablar de muchas transformaciones como la de la humanidad, la del reino animal, la de un automóvil, etcétera, pero una que cabe dentro de este viaje editorial es acerca del libro, el cual sufre cambios drásticos debido a la irrupción con las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC). Es así, como “los nuevos soportes amenazan con restar el protagonismo absoluto en la edición en papel a la hora de transmitir y comercializar los contenidos[1]”.
Francisco Jimenez y Manuel Gil recalcan que el editor debe darle un giro a su labor, ya que los libros al pasar sobre cada una de las generaciones deben reforzarse en los mercados de venta, pero on-line. Por lo tanto, es necesario “pensar en digital”, lo cual significa la comprensión de los distintos soportes, los cuales convivirán durante mucho tiempo y que pueden y deben apoyarse mutuamente, es decir, se debe incorporar lo digital en el mundo empresarial. Ahora, el editor deberá adaptarse al lenguaje, reglas y herramientas de la red.
No obstante, cualquier persona con una computadora y un teclado en casa puede convertirse en un creador de buenos y malos libros, en un pseudo-editor o autoeditor, esta situación puede amenazar a muchos editores. Sin embargo, “ahora más que nunca los editores han de replantearse cuál es realmente su cometido y función en la nueva cadena de valor de la producción editorial,…, el editor sigue jugando un papel fundamental en la selección y elaboración de un catalogo, desde un criterio particular y con una vocación estética insustituible[2]”.
La cuestión de leer cada vez más, pero no sólo en soporte papel construye nuevos medios para difundir información. En palabras de Gil y Martinez, “la potencia del mercado on-line de la editorial decantará a los autores hacia una editorial u otra, es decir, aumentará la notoriedad e importancia de la marca editorial en el mundo on-line” las nuevas tecnologías no han traído el fin de las editoriales como intermediarias entre el autor y el lector.
Con las redes sociales como Facebook, Twitter, blogs, o cualquier medio, en el cual interactúen el lector y el editor, se podrá hacer conexión para que el usuario obtenga la información de una obra de una manera más factible y rápida, El problema al que se enfrenta el nuevo editor no es crear valor, sino transmitirlo a unas generaciones educadas por unos elementos multimedia basados en tecnologías en las que interactúan el texto, la imagen y el sonido. Entonces, “las fuentes RSS y el surgimiento de los agregadores permiten un seguimiento de todos los focos conversacionales que ahora mismo hay en Internet[3]”.
Los autores enumeran varias preguntas que deben realizarse el editor ante el entorno digital: ¿estamos haciendo algo para sumarnos y adaptarnos al ecosistema digital?, ¿hemos incorporado nuestra empresa en el entorno digital?, ¿tenemos páginas Web 2.0? ¿Participamos en redes sociales?, ¿cuál es nuestra estrategia de mercado on-line?, ¿estamos utilizando la impresión bajo demanda en nuestros procesos de producción?, entre otras.
Por otro lado, en la cadena de autor-editor-producción-distribución-cliente los demás colaboradores también deberán adaptarse a los nuevos cambios en la red, ya que la “edición digital” no es la disposición de un archivo pdf o la conversión de los contenidos a un formato “multisoporte” y “multidispositivo”, sino un cambio conceptual de la propia editorial.
Es como aparecen los nuevos procesos de producción digital: la edición bajo demanda, de tiradas cortas, impresión uno a uno y la edición digital, asunto tratado. La digitalización involucra la creación de un libro en forma liquida, la cual “aparece en unos códigos y en unos formatos que permitan producir un libro de distintas maneras: desde la impresión uno a uno hasta la construcción de contenidos digitales en formato e-book (contenido) para ser descargado a un ordenador/computador o ser leidos en un e-book (soporte)[4]”.
El proceso en la edición tradicional se debe transformar al entorno digital para su producción, porque el autor y todo el equipo de trabajo colaboraran en un formato xml estandarizado, para después convertirlo en un pdf y por ultimo, en un e-book para su descarga. Este proceso crea nuevos modelos de negocio como la venta directa o sindicada, la suscripción, pay por view, print on demand, por modelos mixtos, entre otros. Todo esto, genera el concepto de una cadena de valor, la implantación de la edición digital y su apuesta, redefinir los modelos de negocio-probar.
El modelo tradicional de distribución de libros en papel: extensivo, intensivo y selectivo, elaborará estrategias de mercado on-line para la promoción de la editorial. En la construcción de plataformas de distribución y venta de contenidos digitales los clientes podrán obtener los libros a través del pago con tarjetas de crédito, el cual como pago también incluirá su librería virtual favorita. “Se podrán constituir plataformas especilizadas en contenidos, mediante el acuerdo de varias editoriales en la promoción de sus fondos por categorías para promocionar líneas editoriales semejantes, como ensayo, literatura infantil o novela poética[5]”.
Gil y Martinez señalan algunas estrategias de mercado on-line en el entorno de la edición digital: la industria como prototipos; diferentes tipos de mercado: corporativo, producto y canal, y la determinación de las 4 “c” frente a las 4 “p”: canal, contenido, comercio, comunidad; y en el mercado tradicional las estrategias eran: push y pull. Como consecuencia, “el editor digital lidera su propia política de comunicación, generando contenidos valiosos de información mediante una estrategia no lineal, sino circular[6]”. En fin, el editor deberá considerar las social networking, todas aquellas herramientas diseñadas para la creación de espacios que promuevan o faciliten la conformación de comunidades e instancias de intercambio social. Si se quieren nuevas espacios de venta, la red es la fuente principal e innovadora, se deberá actualizarse en todo lo relacionado con las NTIC.
Bibliografía
Francisco Javier Jiménez y Manuel Gil, “La edición en el entorno digital”, en: Carmen Parvo y cols. Manual de edición, Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), Colombia, 2009, pág. 110-127.
Muy buen comentario. La discusión sobre la nueva edición se traslada del soporte a los canales de comercialización de contenidos editoriales. Cuando los autores dicen "pensar en digital" es pensar en el libro no sólo como soporte, sino también como portador de contenido. Y en ese sentido, el contenido tiene hoy en día nuevos canales para llegar al lector, sea de tinta o de luz.
ResponderEliminar